Oración del siglo XXI
No soy las historias que publico en las redes sociales; ellas son sólo una vana ilusión de lo que pretendo reflejar a la gente. Soy la consciencia que busca materializar dichas ilusiones.
No soy los calificativos que la sociedad dicta según mi apariencia; ellas me limitan y me encarcelan como un ave en cautiverio. Soy la voluntad que busca romper las cadenas que yo mismo he permitido que se me impongan.
No soy las fotografías que tomo ni las frases que escribo; ellas son un intento fallido de permanencia en este mundo. Soy la reverberante luz que se funde a lo largo del cosmos y que divaga eternamente por el espacio.
No soy lo que mis estudios avalan como conocimiento; eso es una pretenciosa manera de sentirme importante entre empresarios e intelectuales. Soy la sabiduría resultante de las desiciones hechas con el corazón.
No soy las palabras ni los pensamientos que albergan en mi cuerpo; ellos son sólo repeticiones inconscientes de mi propio entorno. Soy todas y cada una de las acciones que hago en consciencia y con propósito.
No soy lo que creo; porque ello es tan sólo la falsa esperanza que me hunde en la conformidad. Soy lo que decido, inspirado e impulsado por lo que primero he creído.
No soy lo que las personas dicen que soy; esa idea me mantiene en círculos destructivos, creando una personalidad diseñada por poderes ajenos. Soy lo que suena durante el silencio interno; lo que brilla en la oscuridad total.
No soy lo que las industrias me sugieren como ideales; el consumismo me llena de pesos que arrastro hasta en el mundo digital. Soy la convivencia armónica con el perfecto organismo llamado “Tierra”.
No soy lo que visto, ni lo que poseo; eso es tan sólo gruesas capas que contaminan mi naturaleza etérea. Soy la vertiginosa desnudez que, a pesar de mil prejuicios, he aceptado.
No soy lo que recibo en situaciones de éxito y realización; porque ello alimenta mi ego. Soy lo que doy, incluso en los peores momentos.
No soy los elogios que escucho, ni los reconocimientos que recibo. Soy el amor, en todas sus formas, que desinteresadamente otorgo.
Estoy presente,
estoy aquí y ahora,
soy luz, consciencia y voluntad,
que goza su evolución
en beneficio de la vida y el amor.
Soy la perfecta manifestación de Dios,
en cuerpo,
en mente,
y en espíritu.
Soy el que soy.