“Todos somos reflejos de nosotros mismos” fue la frase que me enseñó un buen colega a finales del 2016. Medité sobre este tema durante meses y así pude comprender la trascendental enseñanza que la humanidad ha preservado por milenios. Desde la primera vez que escuché esta frase, supe que había algo mágico y místico en ella, algo poderoso que se convertiría en mi herramienta principal de crecimiento. Los espejos han sido una de las herramientas principales de nuestros ancestros para realizar sus rituales y conjuros. Al ser herramientas tan poderosas, es necesario utilizarlos con responsabilidad y amor. Al principio, la magia de los espejos puede resultar abrumadora, pero con el tiempo, el practicante irá ganando fuerza. 

Un espejo es un objeto con un propósito muy específico: reflejar la luz. Hay muchos materiales que pueden reflejar la luz y se pueden utilizar como espejos. Desde hace mucho tiempo, los seres humanos han utilizado espejos para descubrir los secretos mejor ocultos del Universo. En tiempos antiguos, se utilizaron con propósitos que iban desde comunicarse con espíritus hasta realizar profundos avances científicos y tecnológicos para comprender el cosmos. Cada cultura los ha utilizado de manera diferente. La luz tiene un papel muy interesante en el universo, ya que se crea a partir de la energía. A mayor energía (temperatura), se emite más luz. A temperaturas bajas, la materia carece de luz. Cuando la luz golpea un objeto, la materia absorbe dicha energía y refleja solo algunas frecuencias específicas debido a su composición. Esto significa que todo objeto funciona como un espejo, ya que los colores de los objetos no son más que el reflejo de la luz que los ilumina y que al perder energía en el reflejo se vuelve el color que llega a nuestros ojos. Bajo esta premisa, la realidad material está construida por una ilusión. Cualquier objeto sin luz que le ilumine carece de sentido; gracias a la luz, la realidad y la materia tienen propósito. Para comprender la magia de los espejos, es necesario conectarse con nuestro sentido filosófico, permitiéndonos ver en los espejos las analogías y metáforas que ellos nos ofrecen en nuestro desarrollo personal y colectivo.

El Espejo Natural

El primer espejo que debe aprender a dominar la conciencia es el Espejo Natural. El reflejo que provoca este espejo es aquel que encontramos en todas partes y que no refleja la verdadera naturaleza de las cosas. A través del Espejo Natural, aprendemos a dejar de juzgar y a mantener un equilibrio entre lo que sabemos y lo que creemos. Recordemos que las apariencias engañan y que no debemos dejarnos llevar por ilusiones que nos alejen de la verdad.

Cuando comprendemos que el reflejo natural es una ilusión, activamos la necesidad de ser más conscientes y comenzamos a vernos tal como somos. Debemos aprender de las ilusiones que nos rodean y moldearlas para que se adapten a nuestra realidad. Es importante romper con todas las ilusiones que nos creamos, ya que la verdad se alimenta de la interpretación directa de la luz. Por ejemplo, puede ser una ilusión celar a alguien por no confiar en uno mismo, o justificar nuestra alimentación basada en carne mientras apoyamos la lucha contra el asesinato animal.

Un ejercicio útil para descubrir la magia del Espejo Natural es hablar en voz alta frente a él y dialogar con nuestro reflejo. Es una experiencia incómoda para muchas personas, pero es fundamental para aprender a sostener una conversación con nosotros mismos y no fallar en la primera prueba de los espejos. Debemos evitar caer en el narcisismo y hacer las preguntas más interesantes que se nos ocurran. Cinco minutos diarios son suficientes para comenzar a conocernos mejor y deshacer la ilusión de nuestra existencia. 

Si nos acostumbramos a nuestro propio reflejo, podremos utilizar su magia para profundizar en nuestro ser y reflexionar sobre cómo queremos que ese reflejo luzca y nos hable. De esta manera, podemos deshacer las ilusiones que nos alejan de la verdad y ser más conscientes de nuestra realidad.

El Espejo Blanco

El segundo espejo es el Espejo Blanco, y es una forma de interpretar el reflejo del espejo natural. Es como encontrar en todas las personas del mundo una imagen de nuestro propio ser. Si somos conscientes, podemos darnos cuenta de cómo esta frase tiene una profunda relevancia filosófica en nuestras vidas.

Por ejemplo, si dos personas chocan en sus automóviles y ambas comienzan a discutir, esto puede ser porque sus personalidades están en colisión, como si hubiera un espejo entre ellas. De manera similar, cuando un hombre celoso proyecta sus propios pensamientos y deseos en su pareja, revela su propia imagen reflejada en ella. Si ofendemos a nuestro prójimo, realmente nos estamos ofendiendo a nosotros mismos, ya que estamos proyectando algo que vive dentro de nosotros. Cuando nos parece que alguien habla con un tono fuerte u ofensivo, nuestro cerebro busca darle un sentido a esa falta de información y lo reemplaza con aquello que nos resulta más familiar, es decir, nuestras propias acciones y actitudes.

Debemos tener en cuenta que cuando nos tomamos las cosas a mal apresuradamente, estamos exponiendo nuestra propia personalidad a través del Espejo Blanco. Por lo tanto, debemos ser conscientes de que lo que vemos en los demás es una proyección de nuestro propio ser y no siempre la realidad objetiva. Al creer todo lo que nos dicen, permitimos que la magia del Espejo Blanco nos sumerja en nuestros propios pensamientos y creencias.

Durante uno de mis viajes al pintoresco pueblo de Tulum, tuve la fortuna de conocer a un hombre sabio que se hacía llamar brujo. Su actitud pacífica y su excelente educación inspiraban confianza y lo consideré un verdadero sabio cuyas enseñanzas se han mantenido profundamente arraigadas en mi vida. Recuerdo que mi actitud en Tulum era de exploración, alerta y purificación, lo que hizo que mi viaje fuera especialmente significativo. Me sentía felizmente pleno, aprendiendo a disfrutar del presente y abriendo mi mente a todas las oportunidades que el universo pudiera ofrecerme. En ese momento, mantenía un estado espiritual muy placentero que el budismo había comenzado a ofrecerme recientemente.

Con el tiempo, aprendí que no todo lo que el brujo me había dicho era necesariamente cierto, pero me encontraba cegado por la magia del espejo blanco, pudiendo después verme a mí mismo a través de él. Esta sensación es única, difícil de reconocer y persistente en el tiempo. El espejo blanco es la forma en que podemos invocar nuestro álter ego a nuestra conciencia a través de la imagen de otro.

Cada encuentro significativo en nuestra vida nos presenta un espejo que refleja nuestra propia personalidad. Si chocamos con alguien en la calle, nos sentimos ofendidos por alguien, o incluso cuando admiramos a alguien, estamos mirando a través del espejo blanco, viéndonos a nosotros mismos en el otro. El espejo blanco nos ayuda a comprender nuestra propia personalidad y a desarrollar un mayor autoconocimiento, lo que a su vez puede mejorar nuestras relaciones interpersonales.

El espejo blanco es una herramienta que nos ayuda a comprender que deseando el bienestar de los demás, también nos deseamos el bienestar a nosotros mismos. La base de esta reflexión radica en la forma en que pensamos, si somos felices y plenos, podemos desear lo mismo para todos los seres humanos. Al tomar conciencia de esto, nuestra actitud hacia el entorno cambia, y nos volvemos más empáticos y comprensivos con aquellos que nos rodean.

Rechazar la magia del espejo blanco sin antes experimentarla, significa perder la oportunidad de descubrir algo sobre nosotros mismos que quizás no nos guste, lo que a su vez, nos impide aprender y corregir errores. Al comprendernos mejor a través del espejo blanco, podemos ser más sinceros con nosotros mismos y, en consecuencia, con el mundo que nos rodea. Debemos tener siempre presente la idea de hacer a nuestro prójimo lo que deseamos para nosotros mismos, y entender que nuestra actitud hacia ellos nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos. Sin embargo, debemos recordar que la ilusión del espejo blanco es solo el comienzo de un camino de iluminación, ya que aún hay dos reflejos más por descubrir y trascender.

El Espejo Negro

El tercer espejo, conocido como el Espejo Negro, está relacionado con la sabiduría. El reflejo que un espejo negro proporciona es similar al de la obsidiana americana; sólo vemos en su reflejo los detalles de luz necesarios para dar sentido a la imagen que refleja. El reflejo de un espejo negro es tenue, delicado y apenas distinguible. Este tipo de reflejo funciona como filtro de luz, reduciendo considerablemente la cantidad de detalles que podemos apreciar. Cuando hemos aprendido las lecciones más profundas a través del espejo blanco, es necesario retomar la dirección de nuestra individualidad con el espejo negro. El espejo negro no sólo nos permite ver en otros los aspectos más importantes de nosotros mismos, sino que filtra el resto de información que procesamos para hacer conjeturas sólidas y sustentadas, sin exceso de reflexión y análisis.

El espejo negro da tranquilidad al alma, pero revela la verdad de una manera más sagaz y cruda, no por la cantidad de luz que recibimos, sino por las decisiones que bajo esta perspectiva comenzamos a tomar. Aquellos seres que acuden al reflejo del espejo negro buscan iluminación entre las más profundas tinieblas. El espejo negro no refleja ilusión de iluminación como el espejo blanco, por lo que aquí la percepción de todo es más sobria y estratégica. Es como un animal salvaje con el poder de ver mejor que otros en la oscuridad en una selva. Trabajar este reflejo trae discernimiento.

Cuando un padre mira a su hijo a través del espejo blanco, puede conectar con la inocencia de su hijo y empatizar con él. Pero al mirar con el espejo negro, puede ver cómo algunas expresiones y muestras de su amor (como lo suelen ser el proveer de dinero o bienes materiales) pueden tener consecuencias en el desarrollo de su hijo. Este reflejo otorga al padre sabiduría y discernimiento sobre lo que concede a su hijo como muestra de su amor. O cuando alguien supera los celos y la envidia en su relación de pareja, el espejo negro se convierte en una herramienta valiosa para entender cómo su amor afecta la realidad objetiva de su compañero, lo que les permite tomar decisiones informadas y benéficas para ambos. De esta manera, pueden disfrutar de su relación sin perder de vista la realidad.

Un ejemplo más es cuando a través del espejo blanco hemos comprendido nuestra función dentro de nuestro círculo social, pudiendo ver en cada una de nuestras relaciones una diferente representación de nosotros mismos; con la sabiduría del espejo negro es que entonces podemos elegir transformarnos en un espejo nosotros mismos sabiendo que nuestro prójimo se ve a sí mismo en nosotros. Al comprender esto, podemos decidir convertirnos en un espejo para los demás, independientemente de si ellos son conscientes de ello o no, y poder influir en ellos desde nuestra autenticidad para el crecimiento colectivo. Este nivel de conciencia nos permite servir a propósitos superiores o influir en la realidad objetiva a través de nuestra realidad subjetiva y nuestra voluntad.

El Espejo del Agua

El último espejo de la conciencia es el Espejo de Agua. El agua, al igual que cualquier material, es capaz de crear un reflejo, por lo que esta analogía funciona perfectamente. La primera y más importante característica del agua es que es un elemento vital para la vida; gracias a su existencia, la tierra, el aire y el fuego adoptan una función específica. Además, es amorfa y se adapta y fluye a través del cauce sin oponerse a dicho flujo. Si el agua está en calma, es porque la tierra así lo quiere; si el agua está en movimiento, es porque la gravedad así lo dicta. El agua puede darse este lujo porque no necesita oponerse a ninguna fuerza, se adapta y fluye.

Una característica del espejo de agua es que no solo podemos ver nuestro reflejo, sino que también podemos ver a través de él. Si nos paramos frente a un estanque o alberca y observamos nuestro reflejo con atención, podemos cambiar el enfoque de nuestra mirada y ver lo que hay más allá del reflejo. Este es el espejo de la trascendencia natural, ya que cuando aprendemos a ver a los demás con el espejo de agua en medio, no solo podemos apreciar nuestro reflejo y ser conscientes de él, sino que podemos atravesar el reflejo y conocer la realidad que hay detrás; esto nos lleva a la empatía sagrada, que nos permite estar en comunión armoniosa con nosotros mismos y con los demás.

A través del reflejo del Espejo de Agua, perdemos nuestra identidad y la imagen difusa de lo que somos pierde importancia cuando encontramos profundidad en lo que hay detrás del espejo. Es una transición del “yo” al “ello”; es decir, dejar a un lado toda ilusión del “Ego” para abrir paso a comprender y sentir lo que los demás realmente son. Entonces comenzamos a fluir entre nuestro reflejo y lo que hay detrás del mismo, como el agua que fluye naturalmente. Esta experiencia puede ser eterna o efímera, ya que el Ego nunca se logra vencer, es algo con lo que aprendemos a lidiar hasta el día de nuestra muerte. Lo que es un hecho es que aprender a ver a través del Espejo de Agua es una experiencia mágica, llena de misterio y despertar; es un drama con un desenlace tan digno como nuestra conciencia lo desee.

Imaginemos que tienes un problema de comunicación con una persona cercana, y te sientes frustrado porque no logras hacer que te entienda.

Comenzamos mirando a través del espejo natural, reflexionando sobre cómo la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás puede afectar la situación. ¿Hay algún juicio o prejuicio que tengamos que pueda estar influyendo en nuestra forma de comunicarnos?

Luego, utilizamos el espejo blanco para encontrar lo mejor en la otra persona. ¿Qué habilidades o cualidades tiene que podrían ayudar en la situación? ¿Cómo podemos aprovecharlas para lograr una mejor comunicación?

Después, necesitamos mirar a través del espejo negro, confrontando los miedos y sombras que pueden estar obstaculizando la comunicación. ¿Hay algún miedo que tengamos que pueda estar afectando nuestra forma de comunicarnos? ¿Qué sombras podrían estar influenciando la situación?

Por último, nos sumergimos en el espejo de agua, buscando profundidad en lo que hay detrás de la comunicación. ¿Qué valores o necesidades están en juego en esta situación? ¿Cómo podemos comunicarnos desde un lugar más auténtico y compasivo?

A través de la reflexión y la exploración en cada uno de los espejos, podemos obtener una visión más clara de la situación y de nosotros mismos, lo que nos permitirá encontrar soluciones más efectivas y satisfactorias. El espejo natural se refiere a la reflexión de la luz en la naturaleza, y nos invita a reflexionar sobre lo que vemos en los demás y cómo eso refleja en nosotros mismos. El espejo blanco se refiere a la iluminación y a ver lo mejor en los demás, pero también nos advierte sobre la ilusión de no poder distinguir entre lo que vemos en los demás y en nosotros mismos. El espejo negro trabaja con la confrontación de los miedos y sombras, y nos ayuda a filtrar y entender mejor la realidad. Y el espejo de agua nos invita a fluir y a encontrar profundidad detrás de nuestra propia imagen reflejada en el agua. Cuando hemos aprendido a ver las realidades a través de los cuatro espejos, es cuando nuestra conciencia se amplía y nos hacemos más conscientes de la totalidad de nosotros mismos.

Hunab Amaya